4to A – Andrea Perez
Semana 20 de abril
¡Hola mis queridos! Les dejo las actividades de esta semana. Trabajen
con amor y alegría. Organicen lo mejor posible el tiempo y disfruten de nuevos
desafíos. Las consignas, los títulos y las fechas hay que copiarlas siempre
en la carpeta. No copiar los textos ni las imágenes salvo que se pida. Los quiero y abrazo a la distancia.
LUNES 20 DE ABRIL
PRÁCTICAS
DEL LENGUAJE
Leé el cuento.
El paraíso de
los gatos
Émile Zola
Datos del autor: Émile Édouard Charles Antoine Zola, más conocido como Émile Zola (París, 2 de
abril de 1840-29 de septiembre de 1902), fue un escritor francés, considerado el padre y el mayor representante del naturalismo.
Una tía me legó un gato de Angora que es ciertamente
el animal más estúpido que haya conocido. He aquí lo que mi gato me explicó,
una tarde de invierno, frente a las brasas calientes.
1
A la sazón yo contaba dos años, y era con toda
seguridad el gato más gordo y más ingenuo que haya existido. A esta
tierna edad ostentaba aún la vanidad de un animal que desprecia
el calor del hogar. ¡Pero cuán agradecido debía de estar a la Providencia por
haberme depositado en casa de su tía! La pobre mujer me adoraba. Tenía en el
fondo de un armario un verdadero dormitorio, colchón de pluma y colcha triple.
La comida valía tanto como la cama; ni pan, ni sopa, sólo carne, buena carne
fresca.
Pues bien, entre todas estas comodidades, sólo tenía un
deseo, un sueño, deslizarme por la ventana entreabierta y escaparme por los
tejados. Las caricias me parecían pueriles, la suavidad de mi cama me
producía náuseas, y estaba tan gordo que sentía asco de mí mismo. Y me
aburría durante todo el día a causa de mi felicidad.
Debo confesarle que, estirando el cuello, había visto desde
la ventana el tejado de enfrente. Aquel día, cuatro gatos se peleaban allí, con
el pelo erizado, la cola en alto, rodando sobre la pizarra azul, al sol del
mediodía, con exclamaciones de alegría. Nunca había contemplado un espectáculo
tan extraordinario. Desde entonces, mi convencimiento fue total. La verdadera felicidad
se encontraba sobre aquel tejado, tras la ventana que cerraban tan cuidadosamente.
Me lo confirmaba el hecho de que así es como cierran las puertas de los
armarios tras las que esconden la carne.
Demoraba el proyecto de huir. En la vida tenía que existir
algo más que la carne fresca. Aquello consistía, sin duda, en lo desconocido,
el ideal. Un día se olvidaron de cerrar la ventana de la cocina. Salté sobre un
pequeño tejado que había debajo.
2
¡Qué hermosos eran los tejados! Los bordeaban anchos
canalones que exhalaban deliciosos aromas. Recorrí voluptuosamente estos
canalones, donde mis patas se hundían en un barro ligero, de tibieza y suavidad
infinitas. Me parecía andar sobre terciopelo. Y hacía mucho calor al sol, un
calor que fundía mi grasa. No le ocultaré que todo mi cuerpo temblaba. Mi
alegría estaba también teñida de miedo. Recuerdo sobre todo una terrible
emoción que estuvo a punto de hacerme caer de cabeza sobre el asfalto. Tres
gatos, que procedían de la techumbre de una casa, se dirigieron hacia mí,
maullando espantosamente. Y como yo desfallecía, me trataron de gordinflón, me dijeron
que maullaban para reírse. Empecé a maullar con ellos. Era agradable.
Los tipos no tenían mi estúpida grasa. Se burlaban de mí
cuando yo resbalaba como una bola sobre las placas de zinc, recalentadas por el
sol de mediodía. Un viejo gato callejero de la banda me adoptó especialmente
como amigo. Se ofreció a dirigir mi educación, cosa que acepté con
agradecimiento.
¡Ah, qué lejos quedaban los menudos de su tía! Bebí de los
canalones un líquido mucho más dulce de lo que nunca me había parecido la leche
de su tía. Todo me pareció bueno y hermoso. Pasó una gata, una encantadora gata
cuya visión me llenó de una emoción desconocida. Sólo mis sueños me habían
hablado hasta entonces de esas exquisitas criaturas cuya espina dorsal muestra
una flexibilidad adorable. Nos precipitamos al encuentro de la recién llegada.
Me adelanté a los demás, iba a cortejar a la encantadora gata cuando uno
de mis camaradas me mordió cruelmente en el cuello. Lancé un grito de dolor.
—Bah —me dijo mi amigo viejo, apartándome—, ya verá usted
muchas otras.
3
Al cabo de una hora de paseo, sentí un apetito feroz.
—¿Qué se come en los tejados? —pregunté a mi amigo, el viejo
vagabundo.
—Lo que se encuentra —me contestó doctamente.
Esta respuesta me azoró, ya que por mucho que buscaba
no encontraba nada. Finalmente divisé en una buhardilla a una joven obrera que
preparaba su comida. Sobre la mesa, bajo la ventana, reposaba una hermosa
costilla, de un rojo apetitoso.
—Esto es lo que me conviene —pensé con toda ingenuidad.
Y salté sobre la mesa, tomando la costilla. Pero la obrera,
al verme, me asestó un terrible escobazo en la espina dorsal. Solté la carne, y
escapé lanzando una blasfemia espantosa.
—¿Eres de pueblo o qué? —me dijo el gato—. La carne que está
sobre las mesas está hecha para ser deseada de lejos. Hay que buscar en los
canalones.
Nunca pude entender que la carne de las cocinas no
perteneciese a los gatos. Mi barriga empezaba a hacerme serios reproches. Mi
amigo acabó de desesperarme al decir que teníamos que esperar hasta la noche.
Entonces
bajaríamos a la calle y buscaríamos en los cubos de basura.
¡Esperar hasta la noche! Lo decía tranquilamente, con aire de filósofo curtido.
Por mi parte, me sentía desfallecer sólo con pensar en un ayuno tan prolongado.
4
La noche llegó lentamente, una noche de niebla que me heló.
Pronto empezó a llover, una lluvia fina, penetrante, azotada por bruscas
ráfagas de viento. Descendimos por el ventanal de una escalera. ¡Qué fea me
pareció la calle!
Había desaparecido aquel calor tan agradable; el ancho sol,
los tejados blancos de luz donde te podías repantingar deliciosamente. La grasa
del asfalto hacía que mis patas resbalasen. Recordé con amargura mi colcha
triple y mi colchón de pluma.
Apenas habíamos llegado a la calle cuando mi amigo, el viejo
vagabundo, se puso a temblar. Se redujo tanto como pudo, y corrió con audacia a
lo largo de las casas, diciéndome que lo siguiera con rapidez. Cuando encontró
una puerta cochera, se refugió a toda prisa, dejando escapar un suspiro de
alivio.
Al interrogarlo acerca de aquella fuga:
—¿Ha visto aquel hombre que llevaba un canasto y un gancho?
—me preguntó.
—Sí.
—Pues bien, si nos hubiera visto nos habría matado y comido
asados.
—¡Asados! —exclamé—. ¿Pero
entonces la calle no es nuestra? ¡En vez de comer, nos comen!
5
Entre tanto habían sacado la basura delante de las puertas. Hurgué
los montones con desesperación. Encontré dos o tres huesos escuálidos,
que habían sido arrojados a las cenizas. Entonces comprendí cuán suculentos
eran los menudos de su tía. Mi amigo, el viejo gato, rascaba artísticamente la basura.
Me hizo correr hasta la mañana, explorando cada adoquín, sin apresurarse en
absoluto. Durante casi diez horas estuve sometido a la lluvia, todos mis
miembros tiritaban. ¡Maldita calle, maldita libertad, cómo añoraba mi cárcel!
Al llegar el día, el viejo gato, al ver que yo vacilaba:
—¿Ya tiene usted bastante? —me preguntó con aire extraño.
—¿Quiere volver a casa?
—Ciertamente, pero ¿cómo encontrarla?
—Venga. Esta mañana, al verlo salir, me di cuenta de que un
gato gordo como usted no estaba hecho para las ásperas alegrías de la libertad.
Conozco su domicilio, voy a acompañarlo hasta la puerta.
Aquel digno gato decía esto con sencillez. Cuando hubimos
llegado:
—Adiós —me dijo, sin exteriorizar la menor emoción.
—No —grité yo—, no nos separaremos así. Vendrá usted
conmigo.
Compartiremos la cama y la carne. Mi dueña es una buena
mujer…
Él no me dejó acabar.
—Cállese —dijo bruscamente—, usted es tonto. Me moriría en
su cálido hogar. Su vida holgada es buena para los gatos bastardos. Los gatos
libres nunca comprarían su colchón de pluma y sus menudos al precio de una
cárcel… Adiós.
Y volvió a subir a los tejados. Vi su gran silueta delgada
estremecerse de placer con las caricias del sol naciente. Cuando volví, su tía
tomó el sacudidor y me administró un castigo que recibí con profunda alegría.
Saboreé intensamente la voluptuosidad de tener calor y de ser castigado.
Mientras ella me pegaba, yo imaginaba con delicia la carne que me iba a dar
después.
—Ya lo ve usted —concluyó mi gato, estirándose frente al
hogar— la verdadera felicidad, el
paraíso, mi querido dueño, consiste en ser encerrado y castigado en una
habitación donde haya carne. Me refiero a los gatos.
- Buscá el significado de las siguientes palabras del texto (subrayadas) con el objetivo de entender su significado y enriquecer tu vocabulario, mejorar tu escritura y conversaciones.
legó (legar):
estúpido:
ingenio:
ostentaba (ostentar):
vanidad:
triple:
pueriles (pueril):
azoró (azorar):
camarada:
cortejar:
blasfemia:
voluptuosamente (voluptuoso):
hurgué (hurgar):
escuálido:
suculento:
MATEMÁTICA
Vamos a completar y trabajar con la Tabla pitagórica. Leé la
historia de la tabla.
¿Quién inventó las tablas de multiplicar?
Las tablas de multiplicar nos ayudan a realizar multiplicaciones según la correspondencia matemática: N (multiplicando)
x N (multiplicador) = N (producto). Incluyen los resultados de multiplicar un
número entre 1 y 10 por los sucesivos números entre 1 y 10, y son materia habitual
de estudio en los colegios. ¿Sabes quien inventos las tablas de multiplicar?
El invento
de las tablas de multiplicar se atribuye al matemático y filósofo
griego Pitágoras de Samos (580 a. C – 495 a.C ),
también conocido como ‘El padre de los números’. Éste se las ingenió
para elaborar una primera tabla elemental, mejorada después por
sus discípulos (escuela pitagórica).
La evolución
de las tablas de multiplicar alcanzó uno de sus hitos cuando el también
matemático Crele confeccionó unas de tres cifras(del 000 al
999). Pero las anteriores quedaron relegadas a partir del
año 1642 con la aparición de la primera calculadora automática,
obra del inglés Blaise Pascal.
¿Quién fue
Pitágoras?
Pitágoras de Samos (en griego
antiguo Πυθαγόρας) (ca. 580 a. C- ca.495 a. C.) fue un filósofo y matemático griego
considerado el primer matemático puro. Contribuyó de manera
significativa en el avance de la matemática helénica,
la geometría y la aritmética derivadas particularmente de
las relaciones numéricas, y aplicadas por ejemplo a la teoría de pesos y medidas,
a la teoría de la música o a la astronomía.
Confeccioná tu tabla de la siguiente manera.
- Construí con regla un cuadrado de 11 cm (Los 4 lados de la figura tienen 11 cm porque es un cuadrado y los cuadrados, ¿cómo tienen sus lados?)
- Cada 1cm o dos cuadraditos de la hoja cuadriculada, trazá una línea vertical (como la vertical en educación física). Van a quedar marcadas 11 columnas (como tu columna vertebral, ¿te das cuenta?)
- Ahora cada 1cm o dos cuadraditos de la hoja cuadriculada, trazá una línea horizontal (como el horizonte, donde parece salir el sol de esa línea del fondo del océano), te van a quedar 11 filas.
- Primer cuadradito de la izquierda, en la esquina superior (arriba) izquierda, escribimos el signo X de multiplicar.
- En la primera fila de arriba, escribí 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
- En la primera columna, hacia abajo, 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
- Completá la fila y columna del 2.
- Completá la fila y columna del 4.
Ejemplo de tabla:
CIENCIAS
NATURALES
(Para leer y copiar) La clasificación de los seres vivos según
el reino al que pertenecen.
Se llama clasificación biológica a un sistema de
ordenamiento basado en las características que comparten los organismos. Según
este sistema, los seres vivos se agrupan en categorías principales, llamadas reinos
y grupos.
JUEVES 23 DE ABRIL
CIENCIAS SOCIALES
Comenzamos a trabajar con el monte mendocino.
¿Qué información brinda el relato sobre las condiciones del
clima en Mendoza? ¿Qué nos cuenta en relación con las lluvias y sobre las
precipitaciones?
PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
Continuamos trabajando con el cuento.
5) Escribí debajo cada oración con el tiempo verbal en presente.
Entonces bajaríamos a la calle y buscaríamos en los cubos de basura.
En la vida tenía que existir algo más que la carne
fresca.
Mientras ella me pegaba, yo imaginaba con delicia la carne que me iba a dar después
VIERNES 24 DE ABRIL
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