Tarea para el 26 /3 - 7° grado
Lean el cuento y copien las actividades en la carpeta de prácticas del lenguaje:
La ventana abierta
Saki
-Mi tía bajará enseguida, señor
Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince
años- mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.
Framton Nuttel se esforzó por decir
algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en
cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de
visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad
para la cura de reposo que se había propuesto.
-Sé lo que ocurrirá -le había dicho
su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro
rural-: te encerrarás ni bien llegues y no hablarás con nadie y tus
nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas
de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que
recuerdo, eran bastante simpáticas.
Framton se preguntó si la señora
Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación,
podía ser clasificada entre las simpáticas.
-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó
la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente
comunicación silenciosa.
-Casi nadie -dijo Framton-. Mi
hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro
años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.
Hizo esta última declaración en un
tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.
-Entonces no sabe prácticamente nada
acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.
-Sólo su nombre y su dirección
-admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o
sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.
-Su gran tragedia ocurrió hace tres
años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.
-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en
esta apacible campiña las tragedias parecían algo
fuera de lugar.
-Usted se preguntará por qué dejamos
esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina
señalando una gran ventana que daba al jardín.
-Hace bastante calor para esta época
del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?
-Por esa ventana, hace exactamente
tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día.
Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar
al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera.
Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que
antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca
encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.
A esta altura del relato la voz de la
niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.
-Mi pobre tía sigue creyendo que
volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los
acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón
la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía,
cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable
blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre
"¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la
irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de
hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la
ventana...
La niña se estremeció. Fue un alivio
para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por
haberlo hecho esperar tanto.
-Espero que Vera haya sabido
entretenerlo -dijo.
-Me ha contado cosas muy interesantes
-respondió Framton.
-Espero que no le moleste la ventana
abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos
están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la
ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras
después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los
hombres ¿no es verdad?
Siguió parloteando alegremente
acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las
perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso
resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a
medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba
cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se
extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era
por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico
aniversario.
-Los médicos han estado de acuerdo en
ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y
de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión
bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y
relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más
íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su
remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.
-¿No? -dijo la señora Sappleton
ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la
atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba
diciendo.
-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a
tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es
verdad?
Framton se estremeció levemente y se
volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva
comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos
brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas,
Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.
En el oscuro crepúsculo tres
figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba
bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un
abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de
color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz
joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?"
Framton agarró deprisa su bastón y su
sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y
el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada.
Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un
choque inminente.
-Aquí estamos, querida -dijo el
portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante
embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe
ni bien aparecimos?
-Un hombre rarísimo, un tal señor
Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus
enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar
ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.
-Supongo que ha sido a causa
del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que
los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de
perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y
tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que
gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así
cualquiera se vuelve pusilánime.
La fantasía sin previo aviso era su
especialidad.
FIN
1) Busquen el significado de las palabras en negrita. Escriban en la carpeta su significado.
2) Marcá V o F según corresponda. Justificá las falsas.
a)Nuttel conocía la zona muy bien.
b) Vera era sobrina del señor Sappleton.
c) Era el aniversario de la muerte del señor Sappleton y sus cuñados.
d) Nuttel tenía problemas de salud.
e) La historia se ambienta en un pantano.
3) ¿ Cómo se puede interpretar esta frase dicha por Vera: "Mientras tanto tendrá que conformarse con soportarme a mí. "?
4) ¿ Por qué Vera cuenta esa historia? ¿ Qué la motiva a hacerlo?
5) Luego de conocer a Nuttel, qué opina la señora Stappleton de él y por qué?
6) ¿ Cómo es el señor Nuttel y cómo es Vera? ( no físicamente)
7) Analicen sintácticamente estas oraciones:
Mi tía bajará enseguida.
Te encerrarás ni bien llegues y no hablarás con nadie.
Su gran tragedia ocurrió hace tres años.
Por esa ventana, su marido y sus dos hermanos salieron a cazar.
Nunca regresaron.
Tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana.
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ResponderBorrarSolei Hernandez
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